Conversaciones con un hada

Esta tarde hemos venido a visitar a mis suegros y de paso aproveché para pasear por el bosque que rodea la propiedad, es algo que hago a menudo y que siempre me proporciona paz y calma ante todas las situaciones que vivo.
Hoy no ha sido diferente, estamos atravesando una terrible y cruel alerta sanitaria, un ser invisible a los ojos (al menos a simple vista) nos ha arrebatado a nuestros seres queridos y con ellos un pedazo de nuestro corazón, se ha llevado de un plumazo y sin avisar nuestros sueños e ilusiones y también se ha llevado nuestra libertad.
Llevamos más de dos meses de confinamiento y en este tiempo hemos vivido más de lo que podíamos imaginar, cada uno con nuestras circunstancias las situaciones han sido más o menos difíciles o complicadas.
El caso es que en mi propia situación, en este tiempo he sido consciente de algo en lo que hasta ahora no había reparado, pero que inevitablemente me provocaba tensión, dudas y sentimientos encontrados.
Así que esta tarde decidimos atrevernos a tocar la ansiada libertad con la punta de los dedos. Y aquí, en un pueblo de Lugo, tengo estas increíbles y maravillosas vistas:

Es de conocimiento público que los bosques están llenos de hadas, elfos y demás seres mágicos, bien, los bosques gallegos son un claro ejemplo de ello.

Como os comentaba al principio, decidí dar un paseo por el bosque, mi mente bulle a diario y necesitaba cierta paz y calma.

Me adentré en el bosque colindante y sin miedo caminé por los agrestes senderos que me llevaron hasta una localización secreta, por lo tanto no os puedo explicar como llegué allí, pero sí os puedo decir que visitarlas es un enorme placer.

Esta tarde cuando llegué a su ubicación habitual, me senté en un tronco caído, cerré los ojos y esperé. Al cabo de apenas un minuto, un silbido me hizo saber que una “pupieiriña” se había acercado, sonreí pero permanecí con los ojos cerrados, las hadas son las que te hacen saber cuándo puedes mirar, si miras antes de que estén preparadas, desaparecerán y han aprendido por las malas a no confiar en los humanos.

Un instante después, la sensación de un cálido rayo de sol acariciándome el brazo fue la señal. Abrí los ojos y sonreí de nuevo. La primera en acudir fue Ailidh, una “pupieiriña” joven, alegre, divertida, con una dulce voz y un cariñoso carácter.
Se sentó frente a mí y arrugó el ceño.
—¿Por qué has tardado tanto en venir? — preguntó con su inevitable curiosidad — hace meses que no te sentimos cerca.
—Lo sé — suspiré — esta pandemia nos está alejando y destruyendo.
—Tu voz contiene confusión — se acercó a mi con su luminosa sonrisa y me besó en la mejilla — notamos que algo ocurre en el mundo de los humanos, el aire, los ríos, los mares… todo está más limpio.
—Sí, lo he visto en las noticias… — murmuré.
—Eso es bueno ¿no? — se sentó de nuevo frente a mí — ¿por qué ese sentimiento?
Me encogí de hombros y abrí la boca para responder, pero entonces una hermosa Dríade apareció justo al lado de Ailidh, sonreí al verla, era la hermosa Isold.
—Un placer verte — incliné la cabeza con respeto.
—Lo mismo digo — sonrió y otro rayo de luz atravesó las hojas y ramas del espeso bosque — sigue hablando, os escuchaba.
—Sí, es algo bueno que el mundo respire, pero en estos dos meses de confinamiento he descubierto algo que…
—Has descubierto soledad, una terrible falta de empatía y que la maldad se ha hecho más evidente, ¿verdad?
—Así es Ailidh — suspiré de nuevo — sé que no todo el mundo es bueno y también sé que se han hecho públicos casos de personas que han demostrado que aún queda esperanza — cogí aire — pero también me he dado cuenta de que la crueldad es más insensible.
Las dos hadas me miraron y esperaron a que siguiese hablando.
—He descubierto que los que creía fieles amigos, en realidad son traidores, he descubierto que un mensaje de una persona al otro lado del Atlántico puede hacerme sonreír todo el día, que aquello por lo que protestaba y me parecía injusto era peor de lo que yo creía y he visto que haber compartido el día a día con algunos no era más que una ilusión óptica.
—Sin embargo — intervino Ailidh — también has descubierto cosas buenas.
—Sí — sonreí, como siempre, acertaba — personas que físicamente están lejos, las siento a mi lado, veo la sonrisa de mis hijos cada día y me doy cuenta de que he tomado las decisiones acertadas, hablo con gente que me confía sus secretos o que sólo llaman para que ría con ellos.
—Es una época caótica — intervino Isold — nosotras nos sentimos así a menudo — cogió un mechón de su precioso pelo dorado y comienzó a trenzarlo — somos habitantes de los bosques, los árboles son símbolo de vida, ellos limpian el aire y producen oxígeno, aquello que necesitáis para vivir — se encogió de hombros — sin embargo, cada año miles de árboles son talados con crueldad matando con ellos a nuestras hermanas, cientos de ríos son vilipendiados con productos químicos contaminantes, los mares y océanos se llenan de basura y nuestras hermanas acuáticas sufren — se estremeció — sí, nosotras entendemos de crueldad humana — me miró fijamente a los ojos — y comprendemos tu confusión.
—¿Creéis que alguna vez cambiará? — pregunté con un atisbo de esperanza.
—Lo dudo — la firme respuesta de Isold me hizo cerrar los ojos un segundo — los humanos sois seres fascinantes, sois complejos y altamente frustrantes, he conocido a muy pocos que sean capaces de ver con el corazón, la inmensa mayoría de mueve por los motivos equivocados — le dio la mano a Ailidh y comenzaron a danzar sobre una rama — por regla general prima más la avaricia y el egoísmo que la bondad — asentí reconociendo la verdad de sus palabras — sois capaces de quedaros tuertos con tal de ver al prójimo ciego — ambas hadas se abrazaron con fuerza antes de seguir danzando — habláis mal los unos de los otros, sois incapaces de poneros en la piel de otra persona y os deshacéis de amigos o parejas por una supuesta mejora en algún ámbito que os concierna.
—Todo eso es cierto — interrumpió Ailidh — pero también hay humanos que aman intensamente, que son capaces de perdonar — me miró fijamente y sonrió — aunque algunos jamás olviden — hay quien lo arriesga todo por desconocidos y son capaces de crear arte en todas sus diversas formas alimentando el alma de todos los seres vivos.
—Y de ahí que opine que los humanos son fascinantes — sonrió Isold con complicidad, entonces me miró — no hay una respuesta clara a tu confusión mi querida amiga — voló hasta quedarse muy cerca de mí — sólo puedo ofrecerte el consuelo de mi amistad, el regalo de mi tiempo, el cariño de mis gestos y la ilusión de los buenos deseos que te auspicio.
—Tu amistad es un regalo mi querida Isold — alcé la mano con la palma hacia arriba y ella se posó delicadamente — gracias.
—¿Te sientes mejor? — preguntó Ailidh posándose también en mi mano.
—Sí — respondí con una sonrisa.
—¿Y qué has aprendido de este tiempo? — preguntó con su habitual buen humor.
Sopesé la respuesta durante unos minutos y al fin me decidí a responder.
—Que si la amistad es verdadera jamás hay silencio y que una buena persona siempre será una buena persona, así como alguien con un corazón turbulento tampoco podrá cambiar ese hecho — alcé la vista al cielo y me pareció ver que más hadas volaban sobre nosotras — que si una persona sólo permanece en un capítulo de tu vida, es mejor aceptarlo y no permitir que dañe el resto de la obra.
Ambas hadas sonrieron y se acercaron para besarme en la mejilla.
—Deseamos volver a verte pronto — se despidió Ailidh.
—Siempre que sea posible — respondí mientras se alejaban.
Después me quedé donde estaba unos minutos más, el sol ya había comenzado a bajar y la vista del bosque era diferente, siempre mágica, siempre vital, siempre un remanso de paz, pero con otra luz.
Caminé despacio hasta llegar cerca de casa y me recosté sobre la hierba para respirar profundamente.


Estamos viviendo una época difícil y complicada, pero no por ello debemos forzar las relaciones, las personas que nos importan y a las que les importamos seguirán estando a una llamada de distancia sin importar la hora o el día, y aquellos que se han mantenido en silencio, es porque jamás estuvieron ahí, aunque fingieran lo contrario.

Hemos sufrido y seguiremos sufriendo, pero debemos mantenernos firmes y esforzarnos por ver el lado positivo de la vida sin olvidar jamás el alto precio que hemos pagado por seguir aquí otro día más.

Mi filosofía de vida es esta: no hagas daño simplemente por el hecho de que puedas hacerlo, no gastes energía en cambiar aquello (personas o situaciones) que está fuera de tu alcance; permanece cerca de quienes lo merecen e intenta ver más allá de lo aparente, pues como ya decía Antoine Saint-Exupéry en el Principito: “…sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos…”


Espero que hayáis disfrutado con este mircorrelato.
Un beso, Alexia Seris.

Las fuentes usadas en la mención de tipo de hadas son:
*Pupieiriñas
*Díadre

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