Aaron y Michelle 3º capítulo

Tras una noche llena de calientes y sensuales sueños en la que apenas he podido pegar ojo, me desperezo en la cama y con paso cansado me meto en el baño para intentar despejarme con una ducha.
Mientras el agua cae sobre mi piel no puedo dejar de imaginar cómo sería compartir este espacio tan íntimo con un hombre como Aaron. Suspiro. Suspiro y vuelvo a suspirar.

Una vez despierta, relajada, o al menos algo más relajada termino de ponerme mis botas de montar y me dirijo a los establos.

Pierre como siempre tiene a mi precioso semental preparado para un paseo.

Ayer no me pude pasar a verle y hoy lo primero que hago es darle una de sus golosinas mientras le acaricio el potente cuello. Le beso y tras recibir una caricia por su parte, sé que los dos estamos preparados para salir a galopar.

Mientras salgo de los establos a lomos de Tonnerre, mi cuerpo se prepara para la descarga de adrenalina que supone galopar en un pura sangre y en cuanto salimos del cercado, mi precioso semental sale primero al trote y después se lanza a un galope enérgico y rápido, tal y como le gusta a él y para qué negarlo, a mí también. Sentir el aire en la cara, la potencia bajo mi cuerpo, la respiración acelerada de Tonnerre… eso es la definición de libertad.

Dos horas después estoy de vuelta en mi habitación, cambiada con la ropa formal de las reuniones y preparada para afrontar el día tan duro y difícil que me espera hoy.

Claude, mi ayudante personal, se empeñó en hacer la reunión en un terreno neutral, pero no. Será en el centro neurálgico de mi empresa, en las oficinas de Niza, quiero que Jean Paul se sienta como el ser inferior que es, quiero que sepa que desprecio totalmente sus malas artes y que soy mejor que él en todos los aspectos, incluido el comercial en el que le he superado hasta tal punto que su viñedo está a punto de quebrar.

Como es de esperar mi padre viene para apoyarme durante la reunión, lo que me supone una inyección de energía extra y francamente me vendrá estupendamente.

— Buenos días Michelle — me saluda como si aún fuésemos amigos
— Jean Paul
— ¡Oh! Veo que te has buscado refuerzos — dice con una estúpida sonrisa — encantado de volver a verte Sebastian — saluda a mi padre con la cabeza y retira la mano cuando ve que no le va a ser correspondida
— No soy un refuerzo, sólo vengo a presenciar como mi hija te da una patada en el culo — adoro a mi padre
— Estoy seguro de que lo intentará… que lo consiga es harina de otro costal
— ¿Estás seguro? — le interrumpo — bien, vayamos al grano. Tus viñas se mueren Jean Paul, sé que has intentado por todos los medios intentar curarlas pero no lo has conseguido y también sé que has intentado infectar mis viñedos
— ¿Tienes pruebas de eso?
— No seas grosero y no interrumpas — le espeto furiosa — también sé que te enfrentas a una demanda millonaria gracias a tus… escarceos. Ya sabía que no tenías ningún control, pero por el amor de Dios, esa niña tenía sólo trece años… bien. Aquí va mi oferta. Véndeme tu compañía con las tierras y las vides incluidas por dos millones de euros
— ¡Tú te has vuelto loca! — exclama sin pensárselo — eso sería regalarte mi compañía, todo lo que tengo
— Dos millones es lo que te va a costar pagar a esa niña de la que abusaste y si eres inteligente lo mismo hasta consigues que no lo haga público. Además a todos los efectos estás arruinado y tus tierras ahora mismo no valen nada tal y como están
— Eso me dejaría sin nada — murmura
— Nunca has tenido nada. Has agotado una fortuna heredada de tu difunta mujer, has lapidado a toda tu familia, no vales para nada
— No decías eso mientras te follaba sin descanso
— ¿En serio? — le miro con una sonrisa — ¿Esa es tu defensa? — miro a mi padre — bueno, eso explica qué clase de hombre tenemos delante ¿verdad papá? — mi padre asiente y yo vuelvo a mirar a Jean Paul — tienes cuarenta y ocho horas para darme una respuesta y ahora lárgate de mi despacho antes de que llame a seguridad
— Creía que venía para un acuerdo comercial
— Y a eso exactamente has venido, yo te doy el dinero que no tienes y tu evitas ir a la cárcel aunque en mi opinión mereces estar entre rejas
— Y tú ganas un imperio
— Yo ya tengo un imperio, sólo quiero tus tierras para ampliar mis establos, Tonnerre necesita mucho espacio para correr. Y ahora largo. Cuarenta y ocho horas antes de que retire mi oferta… y en cuanto a las pruebas, no podrías defenderte de ellas

Mientras pronuncio mis últimas palabras, dos de mis guardas de seguridad están preparados para sacar a este impresentable de mi empresa.

Durante unos minutos hablo con mi padre acerca de los movimientos legales a seguir en los próximos días según la decisión que tome Jean Paul y una vez acordada la estrategia siento unas irrefrenables ganas de acudir a la playa.

CONTINUARÁ…

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