Aaron y Michelle 4º capítulo

La llegada de mi hermana pequeña es todo un acontecimiento. Es como una tormenta de verano, lo cambia todo. Y dura lo mismo.

Pasamos un par de días juntas mientras me cuenta su última ruptura y cómo le ha ido en Nueva York, quiero a mi hermana, pero tiene que centrarse, se comporta más como una diva del pop que como la heredera joven y responsable que debería ser.

Un par de días después de la marcha de Charlotte, recibo una invitación para una enorme fiesta que dan unos amigos de mis padres, no me apetece lo más mínimo ir, pero es una de mis obligaciones.
Todas las tardes he acudido a la playa con la esperanza de volver a encontrarme con ese hombre que en pocos segundos se ha colado en mi mente de forma totalmente devastadora, pero ha sido una completa pérdida de tiempo. No he vuelto a verle, lo que hace que me pregunte si no habrá sido todo un sueño.

Una semana más tarde, mientras aparco mi coche en el aparcamiento de la residencia de los Leblanc, me vuelvo a sentir inútil, sola, perdida… salgo del coche y cierro con una profunda congoja en el pecho.

Cierro los ojos y empiezo a caminar intentando respirar lo suficiente como para poder superar todo lo que me espera en esta reunión.

Pero al dar otro paso al frente me topo con un muro.

— Tenemos que dejar de encontrarnos así mademoiselle — ¡oh Dios!
— Estoy totalmente de acuerdo monsieur — le digo con una sonrisa
— ¿Has venido sola? — asiento tímidamente — ¿me harías el honor de ser mi acompañante?
— Será un honor para mí también

Atravieso las puertas de la mansión con el ánimo totalmente renovado. Ir del brazo de este magnífico hombre que parece un modelo de portada de la revista GQ es sin duda todo un impulso para mi autoestima.

Soy plenamente consciente de que todas las miradas se ciernen sobre nosotros. No tengo claro si por el hecho de que yo aparezca del brazo de alguien o por el hombre al que acompaño, o quizá por una mezcla de ambos.

El caso es que la velada resulta ser de lo más interesante. La cena es espectacular, la charla no es aburrida en absoluto y mi acompañante resulta ser todo un descubrimiento. No solo puede hablar de casi cualquier cosa sino que sus modales y su forma de bailar son excelentes.

Tras varios brindis y un par de copas no me encuentro en condiciones de conducir mi coche y en un arrebato de confianza y descaro inducidos por el alcohol le pregunto a Aaron si sería tan amable de llevarme a mi casa dado que él no ha probado el alcohol.

Éste accede con una preciosa sonrisa y vamos en mi coche. Durante el trayecto escuchamos música y disfrutamos del paseo.

En cuanto atravesamos las puertas de mi casa algo se apodera de mí y antes de ser consciente de lo que hago y olvidándome totalmente de quien soy, me lanzo a los brazos de Aaron. Bueno, a sus brazos, a sus labios… no he dejado de soñar con él y necesito saber si la realidad supera a la ficción.
Aaron tarda exactamente menos de un segundo en devolverme el beso, salvo que el mío fue torpe y desastroso y su forma de besarme hace que me licúe por dentro.

Sus manos me rodean con fuerza y yo me dejo guiar contra la pared, ¡oh sí! Le deseo, le deseo mucho más de lo que jamás he deseado a nadie. Durante un par de minutos me besa con pasión, con una intensidad controlada pero cuando al terminar el beso me muerde el labio inferior empiezo a arrancarle la camisa.

— Michelle ¿estás segura de que quieres hacer esto? — me pregunta mirándome fijamente a los ojos
— ¿Acaso no te resulto atractiva? — le paso la lengua por el torso que he descubierto debajo de la seda
— Eres la mujer más sensual con la que he tenido el placer de coincidir, pero si sigues haciendo eso no voy a poder contenerme
— No lo hagas… te deseo Aaron

Me lanzo de nuevo a su boca mientras meto las manos por debajo de la camisa y al sentir su piel contra la mía todo mi cuerpo reacciona, la sangre se convierte en ardiente lava que me hace estremecer.

Cuando voy a desabrocharle los pantalones, Aaron me sujeta las manos sobre la cabeza mientras me muerde sensualmente en el borde del escote, cierro los ojos y gimo totalmente excitada, un segundo más tarde mi adonis particular se quita la ropa y en menos de un minuto está totalmente desnudo.

Con gesto lento me baja la cremallera del vestido dejándolo caer y me mira con los ojos llenos de lujuria lo que me enciende aun más.

— Eres muy hermosa Michelle — me susurra al oído mientras me sujeta con fuerza de las caderas
Sin saber cómo me sujeta contra la pared y tengo las piernas alrededor de su cintura.

CONTINUARÁ…

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